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Beyoncé - Lemonade

Unos jadeos entrecortados marcan el paso hacia la primera estrofa de "Pray You Catch Me", donde Beyoncé se lamenta por alguien que fue deshonesto con ella, intercalando imágenes en blanco y negro y cortinas de un rojo furioso detrás, como si estuviera vivenciando alguna pesadilla lyncheana. ('You can taste the dishonesty / It's all over your breath as you pass it off so cavalier' - 'Podés saborear la mentira/ Está
en tu aliento mientras te lo tragás tan arrogante').

Por segunda vez desde "Beyoncé (2013)", la cantante estadounidense presenta un trabajo completamente audiovisual, donde las doce pistas que componen su sexto LP, Lemonade, están acompañadas de su respectivo cortometraje pero, a diferencia de su álbum anterior, acá las pistas se combinan y aglomeran mutuamente en un ida y venida durante los sesenta minutos de experiencia cinematográfica.

Para el segundo track ("Hold Up") se libera del lamento, destrozando todo lo que encuentra a su paso, asistida sólo de un palo de baseball y preguntándose si es peor lucir loca o celosa. O ambas. Este paréntesis catártico solo dura un momento; ya que para el preludio de "Don't Hurt Yourself" las imágenes monocromo se vuelven a apoderar mientras la cantante reflexiona sobre el engaño y la violencia doméstica, citando su propia experiencia familiar. A medio camino, Jack White se une a su protesta con el mantra 'When you hurt me, you hurt yourself' ('Cuando me lastimás a mí, te lastimás a vos mismo').

Cuando la furia se disipa, una canción de cuna nos baja los estribos sólo para escuchar a Bey reflexionar qué van a decir en su funeral ahora que la mataron. Después del sollozo y la rabia, su voz toma el color de la resignación pero todavía suena demasiado lejos de la superación en "Sorry".

Mientras el escenario se tiñe de rojo en una introducción puesta milimétricamente a lo Kubrick, The Weeknd presta su voz para teñir de R&B una de las canciones más interesantes del álbum ("6 Inch"), en la que ambos se acoplan con el fuego y los graves que se hunden de fondo. En "Daddy Lessons", descansa
un poco del desamor para hacer una instrospección en su infancia, mezclando algo de jazz y country en una oda a su natal Texas.

Si en "Love Drought" intenta atribuirse cierta culpa por lo ocurrido, en"Sandcastles", su voz se quiebra mientras golpea suavemente un teclado y sentenciaque está lista para dejar atrás el sufrimiento de ambos e iniciar su proceso de sanación ('Show me your scars and I won't walk away' - 'Mostrame tus cicatrices y
no me iré').

La parsimonia se quiebra con el disturbio que la presencia de James Blake y Kendrick Lamar prestan al sumarse al imaginario Knowles, aportando una sacudida eléctrica y distorsionada entre la rara "Forward" y la aún más alternativa "Freedom", donde busca su redención por haber "estado corriendo enceguecida", hasta frenar el vertigo en "All Night" y concluir que ya hubo suficiente sufrimiento y está lista para perdonar ('Found the truth beneath your lies / And true love never has to hide' - 'Encontré la verdad bajo tus mentiras / Y el amor verdadero nunca tiene que esconderse').

Beyoncé no solamente redobla la apuesta de su historial discográfico, sino que no teme atravesar caminos inexplorados por el mainstream del pop hasta ahora. En el simple hecho de lanzar un disco por sorpresa, lo que simboliza no solo un acto meramente comerical sino una declaración pseudo anárquica, el universo Lemonade explora temas como la infidelidad (hasta el hartazgo), el rencor, los miedos, el sexo, la política y la herencia afroamericana, sólo por nombrar algunos.

Nos empuja a atravesar junto con ella todos los estadíos emocionales imaginables: se autoexplora, se desconoce y se vuelve a encontrar en una lucha descarnada entre la agonía que le generó una infidelidad y la superación alcanzada luego de descargarse a través de cada letra y cada ritmo con el que latiguea al artífice
de todo esto.

En una suerte de relato de pornografía emocional, prescinde de los terrenos cómodos donde la vimos crecer y rompe con los moldes que dominó durante tantos años, consagrándose como algo más que la soberana del mainstream que es. Así y sólo así, habiendo dejado atrás sus días de princesa pop primero, diva infalible e ícono feminista después, Beyoncé logra algo que pocos han conseguido y a lo que todos apuntan: ser un género en sí misma.

Por Iván Rodriguez Suñol

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