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Pet Shop Boys - Super

Hace 30 años, dos desconocidos de los suburbios de Londres irrumpieron en la escena underground británica con 'West End Girls'. No solo fue el tema insignia con el cual los Pet Shop Boys se presentaron al mundo, sino también una composición que germinó una conjunción entre lecturas sociales y políticas de la sociedad de clases británica utilizando la música pop como vehículo de una forma casi subversiva.

A lo largo de tres décadas de carrera, Chris Lowe y Neil Tennant atravesaron innumerables reinvenciones que los llevaron desde los sonidos clubber de Europa del este, pasando por la experimentación con ritmos latinos inspirada por sus frecuentes visitas a Sudamérica hasta la intromisión en el mundo de la música clásica (con la que venían jugando desde Introspective) cuando fueron encomendados con la difícil tarea de producir una nueva banda sonora para la versión remasterizada de El Acorazado Potemkin. Dotados de una elegante versatilidad, pudieron permitirse cruzar las fronteras de la música pop y ampliar su espectro sonoro.

Pet Shop Boys es parte fundamental de la historia de la música popular y no tienen absolutamente nada que demostrar. Por eso, su nuevo trabajo, es un disco despojado completamente de prejuicios y pretensiones que continua con la estela de su anterior LP, Electric (también producido por Stuart Price), marcada por el revival de la música electrónica de principios de los 90 estableciendo guiños continuos a los sombreros de pico e iconografía soviética de los tiempos de Very (1993), álbum que supuso su coming out público definitivo y la consagración como iconos de la cultura queer.

Si Electric se caracterizaba por cortes de duración excesiva que iban sufriendo transformaciones y ofreciendo texturas sonoras de las más variadas, en Super las composiciones son más directas, van al grano y la producción de Stuart Price también suena más concisa. Algo parecido ocurre con la estructura misma de las canciones, priorizando estribillos que buscan imprimirse en la memoria a la primera escucha (y lo consiguen) y la inexistencia casi completa de estrofas. 'Happiness', el tema con el que abre el LP, es prueba de esto. Con una instrumentación deep house, Tennant repite un estribillo con tintes country incluidos, cuestionándose acerca de la búsqueda de la felicidad con ironía.

Del minimalismo house de 'Happiness' y la gran 'The Pop Kids' (donde los británicos se ponen retrospectivos y firman una autobiografía sobre un colchón de teclados clásicos de 3 minutos), el disco se introduce en la polémica con el reggaetón sintetizado (si) de 'Twenty Something', un tema que produce polarización absoluta: te parece una genialidad en su mezcla de sonidos latinos y sintetizadores vintage o directamente un horror.

Es posible afirmar que Super es un disco auto referencial, dado que está concebido como una mirada al pasado constante no solo desde una perspectiva decididamente nostálgica en la manera en que están encaradas las letras sino también en una instrumentación que por momentos se nutre de Kraftwerk (en las oscuras 'Sad Robot World' y 'The Dictactor Decides'), el italo disco más puro (en Pazzo), y por supuesto de ellos mismos en el mejor tema del álbum, 'Burn', que con teclados que remiten a la épica de It’s a Sin, construyen un himno hedonista que constituye una oportunidad esencial para ejemplificar la forma en la que Pet Shop Boys conciben la música dance como un contraste muy personal entre dramatismo y frivolidad.

Lowe y Tennant afirman que Super está inspirado en la escena nocturna berlinesa y curiosamente la palabra que lo titula es utilizada como adjetivo para caracterizar algo “genial pero sofisticado a la vez” en la jerga juvenil callejera de la capital alemana. Gran titulo para un disco excelente que le permite al dúo conjugar con personalidad e inventiva sonidos del pasado con la frenética heterogeneidad de lo moderno.

Por Federico del Val

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